VITAMINA D:
Tomar el sol de manera inteligente
El excesivo respeto que la población está teniendo por la
radiación, debido a su relación con el cáncer de piel, estaría provocando
ciertos comportamientos sociales que dificultan la captación de vitamina D que
ocurre con la exposición a la luz del sol. Esta realidad genera deficiencia de
dicha vitamina en el cuerpo, lo que afecta la salud ósea, los músculos y el
sistema inmune, entre otras funciones que también estarían relacionadas con la
posible activación de otros tipos de cáncer.
Dos son las fuentes principales desde
donde se obtiene la vitamina D, la primera es a través de la formación endógena
que se produce en la piel y, la segunda, ocurre con la ingesta de ciertos
alimentos que aportan la vitamina. También sucede naturalmente en el cuerpo
después de haber estado expuesto a la luz solar; quince minutos al día, en
horarios que no sean extremos, es suficiente.
Por otro lado, el consumo diario
recomendado por expertos va desde las 400 a las 800 Unidades Internacionales de
vitamina D, cantidad que varía de acuerdo con el estadio de desarrollo y las
situaciones fisiológicas de la persona, como pueden ser el embarazo, la
lactancia o el envejecimiento. Sus efectos en el metabolismo son diversos,
fundamentalmente porque la mayoría de los tejidos contienen receptores para
vitamina D. Además de ser vital para la salud ósea, cumple un
importante rol muscular y participa en diversas funciones de regulación a nivel
del ADN que, han abierto una extensa ventana de nuevas funciones
relacionadas con el sistema inmune, la diabetes, el desarrollo cerebral y
ciertos tipos de cáncer.
Los niveles de vitamina D se miden en
suero sanguíneo y dependen de la latitud, la dieta, la etnia, la radiación
solar de cada país.
La deficiencia de vitamina D, observada
en todo el mundo, tiene diversas causas y una de las principales se relaciona
con el respeto que las personas le tienen al sol debido al miedo de generar
melanomas o cáncer de piel. Esto ha hecho que la exposición de las personas a
la luz solar haya ido disminuyendo, aumentando el uso de bloqueadores solares
(un bloqueador solar con factor de protección 15 inhibe completamente la
síntesis endógena de vitamina D), e incorporando vestimentas con protección UV
que tampoco permiten la producción de vitamina D por la piel. A lo anterior se
suma una deficiente selección de alimentos sin aporte vitamínico D. Esta
carencia afecta a todo el mundo y a todas las edades y se asocia con la pérdida
de masa ósea, el aumento del recambio óseo y con mayores niveles de hormona
paratiroidea, fenómeno que predispone el desarrollo de osteomalacia y
osteoporosis.
La gran mayoría de los estudios
demuestran que la deficiencia de vitamina D se corrige con una adecuada
suplementación que permite aumentar la densidad mineral ósea. Sin embargo, esta
deficiencia también se ha asociado a otras manifestaciones que van más allá del
metabolismo del calcio y la salud de los huesos, como las enfermedades
cardiovasculares, la resistencia a la insulina, la disfunción de la célula beta
(diabetes tipo 2), el desarrollo de enfermedades autoinmunes (diabetes tipo 1,
artritis reumatoide y esclerosis múltiple) y el cáncer de colon, mama y
próstata.
En los últimos años han surgido
importantes evidencias que se relacionan con menores capacidades para el
desarrollo de habilidades cognitivas. Estas evidencias provienen principalmente
de modelos animales con restricción fetal de vitamina D y hacen referencia al
posible papel que tendría dicha vitamina en el manejo de la depresión, el VIH,
en el desarrollo cerebral, en la neuroprotección, la neurotransmisión y la
neuroplasticidad.
Fuente: nutricionyvida.cl
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