lunes, 10 de abril de 2017

VITAMINA D: Tomar el sol de manera inteligente

El excesivo respeto que la población está teniendo por la radiación, debido a su relación con el cáncer de piel, estaría provocando ciertos comportamientos sociales que dificultan la captación de vitamina D que ocurre con la exposición a la luz del sol. Esta realidad genera deficiencia de dicha vitamina en el cuerpo, lo que afecta la salud ósea, los músculos y el sistema inmune, entre otras funciones que también estarían relacionadas con la posible activación de otros tipos de cáncer.

Dos son las fuentes principales desde donde se obtiene la vitamina D, la primera es a través de la formación endógena que se produce en la piel y, la segunda, ocurre con la ingesta de ciertos alimentos que aportan la vitamina. También sucede naturalmente en el cuerpo después de haber estado expuesto a la luz solar; quince minutos al día, en horarios que no sean extremos, es suficiente.
Por otro lado, el consumo diario recomendado por expertos va desde las 400 a las 800 Unidades Internacionales de vitamina D, cantidad que varía de acuerdo con el estadio de desarrollo y las situaciones fisiológicas de la persona, como pueden ser el embarazo, la lactancia o el envejecimiento. Sus efectos en el metabolismo son diversos, fundamentalmente porque la mayoría de los tejidos contienen receptores para  vitamina D. Además de ser  vital para la salud ósea, cumple un importante rol muscular y participa en diversas funciones de regulación a nivel del ADN que,  han abierto una extensa ventana de nuevas funciones relacionadas con el sistema inmune, la diabetes, el desarrollo cerebral y ciertos tipos de cáncer.

Los niveles de vitamina D se miden en suero sanguíneo y dependen de la latitud, la dieta, la etnia, la radiación solar de cada país.
La deficiencia de vitamina D, observada en todo el mundo, tiene diversas causas y una de las principales se relaciona con el respeto que las personas le tienen al sol debido al miedo de generar melanomas o cáncer de piel. Esto ha hecho que la exposición de las personas a la luz solar haya ido disminuyendo, aumentando el uso de bloqueadores solares (un bloqueador solar con factor de protección 15 inhibe completamente la síntesis endógena de vitamina D), e incorporando vestimentas con protección UV que tampoco permiten la producción de vitamina D por la piel. A lo anterior se suma una deficiente selección de alimentos sin aporte vitamínico D. Esta carencia afecta a todo el mundo y a todas las edades y se asocia con la pérdida de masa ósea, el aumento del recambio óseo y con mayores niveles de hormona paratiroidea, fenómeno que predispone el desarrollo de osteomalacia y osteoporosis.

La gran mayoría de los estudios demuestran que la deficiencia de vitamina D se corrige con una adecuada suplementación que permite aumentar la densidad mineral ósea. Sin embargo, esta deficiencia también se ha asociado a otras manifestaciones que van más allá del metabolismo del calcio y la salud de los huesos, como las enfermedades cardiovasculares, la resistencia a la insulina, la disfunción de la célula beta (diabetes tipo 2), el desarrollo de enfermedades autoinmunes (diabetes tipo 1, artritis reumatoide y esclerosis múltiple) y el cáncer de colon, mama y próstata.
En los últimos años han surgido importantes evidencias que se relacionan con menores capacidades para el desarrollo de habilidades cognitivas. Estas evidencias provienen principalmente de modelos animales con restricción fetal de vitamina D y hacen referencia al posible papel que tendría dicha vitamina en el manejo de la depresión, el VIH, en el desarrollo cerebral, en la neuroprotección, la neurotransmisión y la neuroplasticidad.


Fuente: nutricionyvida.cl

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